Fecha de actualización: 15.01.2022
El ascenso y la caída del Imperio Otomano
Cada ascenso tiene luchas y cada caída tiene razones que a menudo quedan enmascaradas por las consecuencias de estos eventos. El sol del Imperio Otomano: uno de los imperios más grandes de la historia se levantó y brilló durante mucho tiempo, pero como cualquier otra dinastía, la caída fue oscura y constante.
Un espacio para hacer una pausa, reflexionar y reconectarse en privado. Imperio Otomano fue fundado en 1299 y surgió de las tribus turcas de Anatolia. Los otomanos disfrutaron de un amplio poder durante los siglos XV y XVI y reinaron durante más de 15 años. Se considera una de las dinastías más longevas de la historia de los imperios. El poder otomano se percibía generalmente como el poder del islam. Los europeos occidentales lo consideraban una amenaza. El dominio del Imperio Otomano se considera una era de estabilidad, seguridad y progreso regional. El éxito de esta dinastía se atribuye a su adaptación a las circunstancias cambiantes, lo que, en general, allanó el camino para el desarrollo cultural, social, religioso, económico y tecnológico.
La historia del Imperio Otomano
El Imperio Otomano creció hasta abarcar diversas zonas de la actual Europa. Durante su apogeo, se extendió por Turquía, Egipto, Siria, Rumania, Macedonia del Norte, Hungría, Israel, Jordania, Líbano, partes de la Península Arábiga y partes del norte de África. La superficie total del Imperio cubría unos 7.6 millones de kilómetros cuadrados en 1595. Durante su declive, una parte se convirtió en la actual Turquía.

El origen del Imperio Otomano
El propio Reino Otomano apareció como una hebra rota del Imperio Turco Selyúcida. Este fue asaltado por guerreros turcos bajo el mando de Osmán I en el siglo XIII, quienes se aprovecharon de las invasiones mongolas. Estas habían debilitado el estado selyúcida y la integridad del islam estaba en peligro. Tras la caída del Imperio Selyúcida, los turcos otomanos ganaron poder. Tomaron el control de los demás estados del Imperio Selyúcida y, gradualmente, para el siglo XIV, todos los reinos turcos fueron gobernados predominantemente por turcos otomanos.
El surgimiento del Imperio Otomano
El ascenso de toda dinastía es más un proceso gradual que abrupto. El Imperio Turco debe su éxito al destacado liderazgo de Osmán I, Orhan, Murad I y Bayaceto I, a su estructura centralizada, su buen gobierno, su territorio en constante expansión, el control de las rutas comerciales y su intrépido poderío militar organizado. El control de las rutas comerciales abrió las puertas a una gran riqueza, que desempeñó un papel fundamental en la estabilidad y el afianzamiento del poder.
El período de gran expansión
Más claramente, el Imperio Otomano alcanzó su pináculo con la conquista de Constantinopla, la capital del Imperio Bizantino. Constantinopla, que se consideraba invencible, fue puesta de rodillas por los descendientes de Osman. Esta conquista se convirtió en la base de una mayor expansión del Imperio, incluidos más de diez estados diferentes de Europa y Oriente Medio. La literatura sobre la Historia del Imperio Otomano narra esta era que se llamará el período de gran expansión. Muchos historiadores atribuyen esta expansión a un estado desorganizado y menguante de los estados ocupados y al poderío militar avanzado y organizado de los otomanos. La expansión continuó con la derrota de los mamelucos en Egipto y Siria. Argel, Hungría y partes de Grecia también quedaron bajo el paraguas de los turcos otomanos en el siglo XV.
La historia del Imperio Otomano evidencia que, a pesar de ser una dinastía, solo el cargo de gobernante supremo o sultán era hereditario; todos los demás, incluso la élite, debían ganarse su puesto. En 1520, el reinado estaba en manos de Sulayman I. Durante su reinado, el Imperio Otomano adquirió mayor poder y se reconoció un estricto sistema judicial. La cultura de esta civilización comenzó a florecer.

El declive del Imperio Otomano
La muerte del sultán Sulimán I marcó el inicio de una era que condujo al declive de la dinastía otomana. La principal causa de este declive fueron las sucesivas derrotas militares, la más importante de las cuales fue la derrota en la batalla de Lepanto. Las guerras ruso-turcas provocaron el deterioro del poderío militar. Tras las guerras, el emperador tuvo que firmar varios tratados y el Imperio perdió gran parte de su independencia económica. La guerra de Crimea creó aún más complicaciones.
Hasta el siglo XVIII, el eje central del Imperio se había debilitado, y diversos actos de rebelión provocaron la continua pérdida de territorios. Con las intrigas políticas en el sultanato, el fortalecimiento de las potencias europeas y la competencia económica derivada del desarrollo de nuevos comercios, el Imperio turco alcanzó una etapa de agotamiento y fue conocido como el "Enfermo de Europa". Se le llamó así porque había perdido todas sus virtudes, era económicamente inestable y dependía cada vez más de Europa. El fin de la Primera Guerra Mundial también marcó el fin del Imperio Otomano. Los nacionalistas turcos abolieron el sultanato firmando el Tratado de Sèvres.
La palabra final
Cada subida tiene una caída, pero los otomanos gobernaron durante una era de 600 años y se necesitó una guerra mundial para ponerle fin. Los turcos otomanos todavía son recordados por su valor, desarrollo cultural y diversidad, empresas innovadoras, tolerancia religiosa y maravillas arquitectónicas. Las políticas y las infraestructuras políticas desarrolladas por los últimos turcos todavía están en funcionamiento, sin embargo, en formas mejoradas o modificadas.