Fecha de actualización: 22.07.2024
Un vistazo a la historia
El emperador Justiniano I, conocido por sus grandes proyectos arquitectónicos como Hagia Sophia, encargó la construcción de esta iglesia entre el 527 y el 536 d.C. Inicialmente llamada Iglesia de los Santos Sergio y Baco, honraba a dos mártires cristianos. El diseño único de la iglesia, con una cúpula central, fue innovador en ese momento y posiblemente influyó en la construcción de Santa Sofía, de mayor tamaño.

Después de que los otomanos capturaran Constantinopla en 1453, la iglesia se convirtió en una mezquita, conocida como Küçük Ayasofya Camii o Pequeña Mezquita de Santa Sofía. Se agregaron un minarete y una escuela religiosa. A pesar de desafíos como los terremotos y la humedad, e incluso de servir como refugio durante las guerras, la mezquita sigue siendo un sitio histórico importante gracias a los extensos esfuerzos de restauración.
Maravilla arquitectónica
Desde el exterior, el diseño de la Pequeña Mezquita de Santa Sofía es simple pero elegante y refleja las técnicas arquitectónicas de su época. La estructura es octogonal, con una magnífica cúpula sostenida por ocho pilares. Al acercarse, un encantador patio con un pequeño jardín y una fuente le da la bienvenida, creando un espacio tranquilo para hacer una pausa y apreciar el entorno.

En el interior se despliega la grandeza de la mezquita. Una arcada de dos pisos a lo largo de los lados norte, oeste y sur está adornada con columnas de mármol sinádico rojo, antiguo y verde. Estas columnas, que muestran la artesanía de siglos pasados, sostienen una cúpula dividida en dieciséis secciones. Una inscripción en doce hexámetros griegos honra al emperador Justiniano, su esposa Teodora y San Sergio, añadiendo significado histórico al interior.
Historias y leyendas
La Pequeña Hagia Sophia, aunque no es tan legendaria como su contraparte más grande, tiene su cuota de historias intrigantes. Una leyenda habla del emperador Justiniano, quien, antes de convertirse en emperador, fue acusado de traición. Los santos Sergio y Baco se aparecieron al emperador Justino I en un sueño, defendiendo la inocencia de Justiniano. Agradecido por su intervención, Justiniano prometió construir una iglesia en su honor, lo que llevó a la creación de la Pequeña Santa Sofía.

Otro relato destaca la importancia arquitectónica de la mezquita, sugiriendo que sirvió como campo de prueba para técnicas perfeccionadas en la gran Santa Sofía. Aunque no es sobrenatural, esta leyenda subraya el espíritu innovador de la arquitectura bizantina.
Persisten los rumores sobre tesoros escondidos dentro de los muros de la mezquita, que se cree que estuvieron ocultos durante la conquista otomana. Si bien la existencia de tales tesoros sigue siendo incierta, la leyenda añade una sensación de misterio al sitio.